Capítulo 142
Samuel y Christopher tuvieron una intensa pelea. Mientras tanto, la expresión de Kathleen se volvió cada vez más oscura
«¡Maldición!¡Estos hombres son tan estupidos!»
Por el rabillo del ojo, vio la pistola de agua que se utilizaba para regar las flores junto al caminero. De inmediato, se acercó a recogerla y apuntó a los dos hombres. Interrumpieron su lucha y pronto quedaron empapados.
Fue entonces cuando Kathleen tiró la pistola de agua al suelo.
-Maria, por favor, prepara las toallas de baño para ellos -les indicó.
Maria corrió a la casa para acatar su orden. Mientras tanto, Kathleen lanzó a los hombres una mirada gelida e imponente.
-No vuelvan a hacer esas cosas delante de mi. Lo que más me molesta son los que se pelean sin dejar las cosas claras. ¿Son ustedes dos bestias?
Los dos hombres adultos estaban siendo sermoneados como si fueran perros, parados en su lugar con las manos colgando a los lados de sus cuerpos mientras bajaban la cabeza.
Christopher miro entonces a Samuel. La camisa blanca que éste llevaba se cenia a su esbelta figura, mostrando sus abdominales. La cicatriz del corazón, que se extendia hasta el abdomen, era ahora aún más visible.
Poco después, Maria regresó con las toallas de baño y les entregó una a cada uno.
-Maria, por favor, lleva a Christopher dentro para que se duche -le indico Kathleen sin expresión.
-De acuerdo -lo condujo al interior.
Mirando a Samuel, Kathleen dijo:
–Vuelve rápido a casa. Acabas de recibir el alta del hospital.
– ¿Por qué él puede ducharse en tu casa y yo no? ¿No soy digno?-su tono sonaba lastimero.
-Tu casa está justo al lado.
«¿Qué sentido tiene luchar contra esto?», se molestó.
-Dijiste que soy como un pariente para ti, pero puedo sentir que tratas a un extraño mucho mejor que a mi -la cara de Samuel se puso palida-: Estoy viviendo solo. Si me desmayo, ¿quién va a salvarme?
Kathleen se quedó sin palabras al oír eso. Al final, Samuel consiguió entrar en la residencia de los Johnson.
Kathleen fue a la habitación de Charles y encontro dos conjuntos de ropa para ellos. Como Christopher fue a ducharse primero, utilizo el baño del primer piso y Samuel el del segundo,
Despues de pedirle a Maria que le enviara la ropa a Christopher, Kathleen fue a pasarle a Samuel las otras
prendas
-Samuel, dejare la ropa en la puerta -dijo desde afuera,
Clic! La puerta del bano se abrió de un empujón.
Kathleen se sobresaltó.
«Oh, Dios! El, el… Aunque éramos marido y mujer, ya nos hemos divorciado. Qué inapropiado es que salga desnudo de esa manera».
No hacía falta decir que pensó demasiado.
– Damelo -dijo Samuel con voz ronca mientras estiraba su delgado y bello brazo.
Tras ponerle la ropa en la mano, ella se dio la vuelta para marcharse.
-Espera-la voz de Samuel se apagó.
-¿Qué más necesitas? -preguntó Kathleen desconcertada. Samuel abrió entonces la puerta del baño.
Kathleen se quedó tan sorprendida que se tapo los ojos.
Su reacción lo divirtió.
-No soy un pervertido. Mira. Tengo mi bata de baño puesta.
Kathleen parpadeó al oír eso.
-¿Puedes prestarme tu secador de pelo? -la voz del hombre era clara y profunda,
-Sigueme -le llevó a su habitación. Sacó el secador de pelo del cajon y se lo entregó.
Cuando Samuel la recibió, su mano delgada y fría tocó el dorso de la suya. Kathleen sintió al instante un cosquilleo en su cuerpo.
Mientras se secaba el pelo, dijo:
– He vuelto a llamar al abuelo de Astrid.
Kathleen se sobresaltó.
-Yle pedi que enviara a alguien -la voz de Samuel era gélida-: Pero esa persona no era Astrid.
-¿Qué quieres decir?
-Por supuesto que sí. No estoy ciega-respondió en voz baja-. Pero no importa, ahora estás planeando tratar con la familia Morris.
-No lo voy a negar -admitió.
– Ni siquiera te sientes avergonzado? -frunció el ceño. Incluso si no le rindes ningún respeto a Christopher, deberías pensar en la tia Emily, que se casó con la familia Morris.
– ¿Cómo sabes que Christopher no ha tratado en secreto conmigo, entonces? -Samuel levantó las cejas.
-No lo hará -dijo Kathleen con seguridad.
-¿Cómo puedes estar segura de eso? Sólo porque es bueno contigo, crees que es bueno con todos? – cuestions Samuel con frialdad.
Kathleen se quedó sin palabras. Sentia que iba a empezar a discutir con él en cualquier momento.
-Será mejor que te cambies ahora y bajes comentó. No quería seguir con el tema.
Cuando llegó a la puerta, Samuel le preguntó despreocupado:
-¿Crees que soy tan malo?
Kathleen se mordió el labio un momento y se marcho.
«¿Es malo? La verdad es que no. Es solo… ¡Argh! No puedo decir qué tipo de sentimiento es. Es algo asi como… Aunque no sea un mal tipo, tampoco será un buen tipo».
Mientras tanto, los ojos oscuros de Samuel eran frios y profundos, Parece que es dificil arreglar las cosas una vez que la persona ha perdido la confianza en ti. Pero esta vez, no le menti. De verdad, no lo hice».
Cuando Kathleen llegó abajo, Christopher ya estaba sentado en el salón, tomando café. Resulta que Charles había vuelto a casa y pregunto con curiosidad:
-¿Qué ha pasado con el patio? Es un completo desastre.
-Vinieron dos perros y se pelearon -explicó Kathleen con indiferencia.
«¿Perros?» Charles frunció el ceño ante sus palabras. Se sorprendió un poco al ver a Christopher.
-¿Has venido!
Christopher asintió como respuesta.
Charles frunció el ceño. «Qué está pasando aqui?» Mientras él reflexionaba sobre la situación, Samuel bajo del segundo piso.
Para entonces Charles estaba aun más sorprendido.
-¿Que hace este tipo aquí?
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