Capítulo 67
Calvin se acerco y abrió la cremallera de la bolsa para cadaveres. El rostro sin vida de Kathleen apareció en su interior
– Kate! -Calvin apretó los dientes con rabia y miro a la enfermera-: ¡Cómo te atreves!
Wynnie aparto a Gemma y se acercó a ellas. Luego puso su dedo debajo de las fosas nasales de Kathleen.
-Todavia respira.
-¡Ve y llama a un medico! O haré que toda tu familia pague por ella -Calvin miró a la enfermera con rabia. La mujer estaba aterrorizada y corrió a buscar al médico.
Wynnie rompió a llorar:
-¿Que debemos hacer? Si le pasa algo a Kate, ¿cómo se lo explicariamos a sus padres?
El rostro de Calvin se ensombreció.
-La familia Macari les dará una explicación razonable…
Pronto llegaron los médicos. Por suerte, esa noche habia unos cuantos de guardia. Entonces llevaron a Kathleen al quirófano para que recibiera tratamiento de urgencia. Gemma también entró.
Al cabo de un rato, una enfermera se acercó a Calvin y Wynnie. Informo:
-¿Familia de Kathleen? Necesito su firma aqui.
Wynnie respondió:
-Soy su suegra; déjame firmar por ella.
La enfermera dudó un segundo y preguntó:
-¿Dónde está su marido?
– Está en un viaje de negocios. ¿Se me permite firmar por ella? -comento después de hacer una pausa.
La enfermera respondió:
-Está embarazada de tres meses. Pero debido a la excesiva pérdida de sangre, no hay esperanza de que el bebé sobreviva.
-¿Que? -Calvin y Wynnie se congelaron.
” Kathleen esta embarazada? Pero el bebé no podria sobrevivir? En pocos segundos, olas de emociones encontradas los inundaron, haciendolos pasar por una montaña rusa emocional
– Voy a matarlos! -Wynnie se enfurecio,
La enfermera frunció los labios:
Por favor firme por ella entonces, Cuando este despierta, hay que darle un buen consuelo. Después de todo, estaba a punto de tener gemelos.
Wynnie se quedo sorprendida. «Gemelos? ¿Perdi a dos de mis nietos en una noche?»
Calvin se quedó en silencio y firmó el papel. Sabía que su esposa ya se estaba desmoronando. La enfermera entro en el quirofano con el formulario de consentimiento quirúrgico firmado.
Calvin rodeó el hombro de Wynnie con su brazo y la consoló:
–Querida…
-ja…Ja… -sonrio-. ¡Quiero matar a Nicolette ahora mismo! ¡Lo hare!
-Lo se -su expresión era aún más hosca. ¡Nicolette, cómo te atreves!
-¡No voy a dejar que una sola persona que participó en esto esta noche se libere sin más!-afirmó furiosa.
Al escuchar sus palabras, Calvin asintió. Él pensaba lo mismo.
Un momento después, Simon y sus subordinados llevaron a Sarah, quien se puso de rodillas.
-Señor. Señora.
-¡Dime! ¿Quien te ordenó hacer esto? – preguntó Calvin con frialdad.
-Es el Sr. Macari-respondió ella.
– Imposible! -Wynnie la fulminó con la mirada-.¡No vuelvas a usar a Samuel como excusa! Dime. ¿Fue Nicolette?
-Señora, fue el Sr. Macari. Tengo pruebas –respondió Sarah.
– ¿Donde están? – preguntó Calvin.
Sarah saco su teléfono:
-El señor Macari me envió un mensaje de voz.
Calvin se hizo con su teléfono y pulsó el mensaje. Se escuchó la fría y profunda voz de Samuel:
–Haras lo que Nicolette quiera que hagas. Sus palabras son mias.
Wynnie estaba aturdida. v; Podria ser Samuel?» Sin embargo, Calvin apartó el teléfono y pronuncio:
– Enviaré a alguien a investigar. Estoy seguro de que sabes lo que has hecho.
-Senor, no he hecho nada malo, -Sarah hizo una pausa y continuo-: El Sr. Macari ama a la Sra. Yoeger. Si ella está sana y salva, el Sr. Macari estará contento. En cuanto a Kathleen, solo hay que darle una suma de dinero.
-Ustedes dos son demasiado adorables…
Uno de los chicos le agarró la mano y le dijo:
-Mami, lo sentimos.
Kathleen se sorprendió:
-¿Cómo me has llamado?
–Mami -el que le respondió era lindo. El otro se vela exactamente igual. Kathleen se quedó asombrada.
-Cariño. ¿te equivocas? No soy tu mama. Mis hijos aún no han nacido. Pero vendrán al mundo pronto, en unos pocos meses más.
– Ya no-le contestó el otro chico. Confundida, ella preguntó:
– ¿Por qué no?
El primero interrumpió al otro y se rio:
-Tenemos que irnos ya.
Kathleen se quedó atónita durante un segundo.
-¿Quieres ir a buscar a tu mama?
El niño la abrazo y luego dijo con voz melosa:
-Mami, por favor, no estés triste. Sabemos que nos quieres mucho. Nosotros también te queremos. Pero no tenemos otra opción… Tenemos que irnos ya.
El otro hizo lo mismo:
– Mami, eres un poco tonta. Por favor, cuidate para que no tengamos que preocuparnos. Habriamos jurado proteger a nuestra tonta mami cuando creciéramos. Pero ya no podemos…
-¿Son mis hijos? –pregunto Kathleen con el ceño fruncido.
-Mami, no te sientas devastada. No es tu culpa. Permitiré que nos eches de menos. Sin embargo, no debes desmoralizarte por el dolor abrumador.
El pequeño soltó a Kathleen y la miró a la cara.
-Mitonta mami, cuidate. No nos hagas preocupar… Tenemos que irnos ya.
-¡No! ¡No lo hagas! Por favor, no te vayas –Kathleen los abrazo de nuevo con lágrimas en los ojos.
Lo supo en un instante: Eran sus bebés.
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