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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 101

Capítulo 101

Un instante después, Margarita emergió de la habitación con una risa seca que apenas disimulaba su nerviosismo.

-Lo siento, mi hijo está muy ocupado y no pudo contestar el teléfono.

El estafador frunció el ceño, dejando entrever un destello de impaciencia en sus ojos oscuros.

-Entonces, ¿van a tratarla o no? Tengo una fila de pacientes esperándome en el Monasterio Legado de Hipócrates.

Jazmín se apresuró a intervenir, acercándose al hombre con un gesto casi suplicante.

-Claro que , doctor, vamos a tratarla. Pero, mire, la cantidad que pide es realmente alta. ¿No podría?

El estafador la cortó con un ademán seco, su voz firme como el golpe de un martillo.

-Uno recibe lo que paga. Antes de llegar a , seguro gastaron fortunas en hospitales. Si algo más barato hubiera servido, no estarían aquí rogándome.

Esmeralda arqueó una ceja, sus labios curvándose en una leve sonrisa.

Este tipo sabe vender su cuento, ¿eh? No puedo negar que tiene talento para estafar.

El estafador se acarició la barbilla con aire pensativo, como si evaluara una concesión magnánima.

-Está bien, les haré un favor. Que sean cuatro millones y medio.

Jazmín giró hacia Margarita. Sus miradas se cruzaron, cargadas de duda y urgencia, hasta que Margarita, con un suspiro resignado, tomó la palabra.

-Está bien, cuatro millones y medio. Pero solo tengo un millón ahora mismo. El resto lo pondrá mi hijo.

-No hay problema, pero aseguren el pago en dos días.

-Claro, claro, no se preocupe.

Margarita esbozó una sonrisa tensa mientras sacaba su celular para preparar la transferencia.

Esmeralda observaba la escena desde un rincón, con los brazos cruzados. No le importaba demasiado que Margarita cayera en el engaño. Lo que le hervía la sangre era que este farsante usara el nombre del maestro. Si el rumor se esparcía, el anciano cargaría con la culpa como un chivo expiatorio, y eso era algo que no podía tolerar.

Con esa chispa encendida en su pecho, se levantó de la tumbona y rompió el silencio.

-Cuatro o cinco millones, Dr. Jáuregui, ¿qué clase de remedio usa que vale tanto?

El estafador le lanzó una mirada fugaz y, al verla joven y despreocupada, la descartó con

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desprecio.

-Gente como ustedes, que no sabe de medicina, no lo entendería. La flor de nieve de la Cordillera de los Andes, la Raíz de Mandrágora Andina de cien años nutrido con sangre de niños vírgenes¿cuál de esos no cuesta una fortuna?

-¡Vaya, qué impresionante! -respondió Esmeralda, con un tono que rozaba la burla.

El hombre alzó el mentón, confiado.

-Si Margarita no usa mi remedio, esa pierna suya se pudrirá hasta el hueso en cuestión de

semanas.

La mano de Margarita tembló al escuchar aquello, y el poco color que le quedaba en el rostro se desvaneció.

Jazmín frunció el ceño, visiblemente molesta.

-Esme, por favor, el doctor tiene cosas que hacer. No es momento para tus preguntas absurdas. Lo primero es curar a la señora.

-No es ninguna tontería.

Esmeralda se incorporó con calma y se apoyó en un estante, jugueteando con las hojas de una enredadera de potos que caía junto a un jarrón de porcelana azul y blanca.

-Soy parte de la familia Espinosa, y me interesa saber en qué se gasta el dinero nuestro. Cuatro o cinco millones no son migajas; hasta al tirarlos deberían sonar.

El estafador carraspeó, incómodo, pero mantuvo su fachada.

-La señora tiene razón en dudar, es natural que alguien de fuera no lo comprenda. Lo valioso siempre es raro y difícil de hallar.

-El doctor tiene toda la razón -replicó Esmeralda, con una chispa traviesa en la voz-. Así que déjeme preguntarle algo más. Esa flor de nieve que mencionó, ¿la recolectaron este año?

El estafador soltó una risa condescendiente, seguro de su victoria.

-Claro que no. En la Cordillera de los Andes solo se cosecha en junio, en pleno verano. Si no, la nieve bloquea el paso, ¿cómo podrían subir?

-Entiendo -respondió Esmeralda, mientras desmenuzaba una hoja entre sus dedos con una sonrisa afilada-. Pero yo recuerdo que la flor de nieve solo se recoge cada siete años, y únicamente bajo la nieve. Se cosecha el séptimo día del séptimo mes, a medianoche, cuando la luna brilla más intensa sobre la línea de nieve. Solo así conserva aunque sea un tercio de su poder medicinal.

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