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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 105

Capítulo 105

-Menos mal que llegaste a tiempo, Isaac. Si me hubieran visto yendo a casa de los Santana, no imagino el escándalo que habrían armado.

Esmeralda dejó escapar esas palabras con una sonrisa teñida de cansancio y una leve sombra de resignación en los ojos.

-¿Quieres que me ocupe de algo por ti?

Isaac lo preguntó con un tono sereno, casi distante, como si estuviera comentando la brisa de la tarde, su calma rozando lo imperturbable.

-No, no hace falta. Pronto dejaré todo esto atrás de una vez por todas.

Esmeralda respondió con firmeza, imaginándose ya libre, bajo otra piel, un nuevo comienzo donde esas sombras del pasado no la alcanzaran jamás.

Mientras tanto, Eugenia había ido por Pablo. En el trayecto de regreso, al saber que su madre estaba en casa, el pequeño no pudo contener su emoción. Apenas cruzó el umbral, sin siquiera quitarse los zapatos, corrió hacia el interior con el corazón latiéndole a mil por hora.

-¡Mami! ¿Ya llegaste?

-¿Dónde estás, mamá?

Jazmín, acomodada en el sofá junto a Margarita, veía televisión con gesto aburrido. Al notar la entrada del niño, que buscaba a su madre con desesperación, su rostro se endureció en una mueca de fastidio. Por más que se esforzara en ganarse su cariño, no había forma de

competir con esa mujer.

Pablo recorrió cada rincón, pero al no hallar rastro de ella, su frustración estalló. Furioso, arrojó lo primero que encontró hacia Eugenia.

-¡Eres una mentirosa! ¡Dijiste que mamá estaba aquí!

Eugenia exhaló un suspiro cargado de paciencia.

-Pablo, no te pongas así. Tu mamá volvió, pero

-Pablo, ven para acá.

Jazmín se acercó con una sonrisa forzada, abriendo los brazos para envolverlo en un abrazo.

-Tu mamá estuvo aquí, pequeño, pero tuvo que salir otra vez. ¿Qué tal si jugamos un rato y

yo?

-¿Otra vez me engañan? -replicó Pablo, con los ojos enrojecidos y la voz temblorosa-. ¿Cómo es que mamá vino y se fue sin verme?

Hacía días que no la veía, y un hueco se había abierto en su pecho. Saber que había regresado

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Capítulo 105

lo llenó de ilusión durante todo el camino, solo para toparse con otro vacío.

-No te preocupes, Pablo -intervino Jazmin, suavizando la voz-. Aunque tu mamá no esté, aquí estamos tu abuela y yo. ¿Qué tal si dejamos que ella te lleve a comer algo rico?

Pablo mantuvo la mirada baja, los labios apretados en una línea dura, sin soltar palabra. Lo único que quería era volver a casa y saborear los platillos que su madre preparaba con tanto cariño; nada de lo que vendian afuera podía igualarlo.

-¿Y si te compramos un helado? -sugirió Jazmín, alzando una ceja.

Eso lo hizo titubear. ¡Un helado! Por más que adorara la comida de su madre, nada superaba esa tentación prohibida que ella nunca le permitía.

-¡Perfecto, Jaz! ¡Vamos ahora mismo!

-Claro, pequeño, vamos.

El semblante de Jazmín, que había estado apagado, se iluminó al instante. Era solo un niño, después de todo; bastaba un detalle para conquistar su ánimo. Si podía manejar al hijo, el padre no sería un desafío mayor.

La noche apenas despuntaba tras la cena cuando Valentín cruzó la puerta, envuelto en un halo de alcohol que delataba su paso por la velada. Eugenia, al abrirle, lo miró con sorpresa.

-¿Señor, tan temprano hoy?

Últimamente, Valentín no pisaba la casa antes de la madrugada, atrapado en compromisos interminables. Que llegara a esa hora la hizo sospechar que tal vez era por el regreso de la

señora.

-Sí, Eugenia, por favor, prepárame una sopa para la cruda.

Valentín lo dijo con voz pesada, pero de pronto algo cruzó por su mente. Tocó la caja de regalo que guardaba en el bolsillo y carraspeó con fuerza.

-¿Y la señora? Dile que venga a prepararla ella.

-La señoratuvo que salir por un asunto.

-¿Que salió?

Valentín frunció el ceño, y sus dedos apretaron la caja con un leve crujido. Había sacrificado tiempo para elegirle ese detalle, y ella ni siquiera estaba allí para recibirlo.

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