Capítulo 147
-Thiago, silencio–ordenó André con severidad, frunciendo el ceño.
El pequeño se encogió instintivamente, buscando refugio tras la figura de Araceli como si fuera un escudo protector.
Araceli, aprovechando la oportunidad, se apresuró a interceder.
-André, recuerda que Thiago apenas es un niño -dijo con voz suave pero calculada-. No seas tan severo con él. Además, siempre has exigido excelencia y nunca te ha decepcionado. Sus calificaciones son sobresalientes en todas las materias.
-Es natural que tenga ese espíritu competitivo y quiera destacar en todo. Pero en cuanto a la señorita Ibáñez… -Araceli dirigió una mirada condescendiente hacia Sabrina y continuó con tono falsamente preocupado-. Con un hijo tan excepcional como Thiago, debería esforzarse por mejorar sus propias capacidades. Como padres, nuestra obligación es impulsar a nuestros hijos, no limitarlos.
Las palabras parecieron calar en André. Su mirada se ensombreció mientras guardaba un silencio cargado de tensión.
-¡La señorita Sabrina jamás limitaría a nadie! ¡Ella es extraordinaria! -exclamó Romeo, dando un paso al frente con valentía.
Thiago no pudo contener una risita burlona.
-Es mi madre, ¿quién mejor que yo para saber de lo que es capaz? -replicó con arrogancia-. Romeo, te sugiero que busques a otra persona para la competencia, o acabarás humillado y llorando al final.
Romeo señaló a Thiago con un gesto desafiante que resultaba sorprendente en un niño de su edad.
-¡La señorita Sabrina no es como la describes! ¡El único que terminará llorando serás tú! -Las calificaciones no son el único indicador de excelencia. ¿De qué sirve ser el primero de la clase si no respetas a tu propia madre?
-El verdadero motivo de burla nunca será quien quede en último lugar, sino alguien como tú, que es incapaz de mostrar gratitud, que desprecia a su madre y apoya a extraños en lugar de a su familia.
Thiago retrocedió, visiblemente desconcertado por la intensidad en las palabras de Romeo.
-Señorita Ibáñez -intervino Araceli frunciendo el ceño-, entiendo que le moleste mi cercanía con Thiago. Pero Romeo también es un niño, y me parece innecesario que le enseñe a atacar a su propio hijo con semejantes comentarios.
-Si la señorita Ibáñez está dispuesta a ocuparse debidamente de Thiago, prometo que no volveré a buscarlo.
18:25
Capitulo 147
Sabrina casi aplaude ante la magistral manipulación verbal de Araceli. Por un lado, insinuaba que ella utilizaba a Romeo como herramienta, instruyéndolo para enfrentarse a Thiago. Por otro, dejaba entrever que Sabrina era una madre negligente y a la vez posesiva que no permitía que otros cuidaran de su hijo. Un perfecto dominio del arte de la sugestión.
André miró a Sabrina con profunda decepción reflejada en sus ojos.
-Sabrina, ¿has caído tan bajo como para manipular incluso a los niños?
-Señorita, ¿podría pedirle un favor? -preguntó Sabrina repentinamente.
La inesperada petición descolocó a Araceli.
-¿Qué favor?
-¿Podría decirle a André: “André, en realidad Sabrina es tu dueña“?
El silencio que siguió fue absoluto. Todos quedaron paralizados ante semejante absurdo.
El rostro de André se ensombreció aún más, como un cielo a punto de desatar una tormenta.
-¡Sabrina! -exclamó furioso.
-Disculpa, solo bromeaba -respondió ella sin el menor asomo de arrepentimiento-. Pedirle eso a la señorita es excesivo. Mejor diga…
-André, el sol sale por el oeste, los cerdos no solo tienen alas, sino que también pueden trepar árboles.
Romeo miró a Sabrina con complicidad en su expresión infantil.
-Señorita Sabrina, tengo cinco años y sé perfectamente que el sol sale por el este, que los cerdos no tienen alas y que no pueden trepar árboles.
Sabrina soltó una risa genuina.
-¿Ves a esa señora Vargas? La gente cree cualquier cosa que ella diga -explicó con ironía-. Si afirmara que los cerdos trepan árboles, seguramente habría quien lo creería sin cuestionarlo.
-¿En serio? ¿De verdad existe gente tan ingenua? -preguntó Romeo con asombro infantil.
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