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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró novel Chapter 391

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Capitulo 391

Capítulo 391

Víctor levantó la cabeza.

-¿Quién?

-Mario Quiroga.

Victor aún no había reaccionado cuando Jaime exclamó sorprendido.

-¿Ese el tal ex director del banco que se lo trago literal la tierra después de renunciar?

César asintió.

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-Ahora que lo mencionas, es verdad que desapareció durante muchos años. Escuché que después se fue del país, pero ¿por qué lo mencionas de repente? -Víctor dejó la pieza de ajedrez y preguntó.

-¿Tiene un hijo?

—Eso he oído, aunque nunca lo he visto. —Víctor movió las piezas del tablero—. Ese tal Mario Quiroga era una persona astuta, tenía buenas relaciones con todos, pero hace más de diez años renunció de repente y cortó contacto con todos en el país. En verdad fue desconcertante.

La expresión de César se tornó más sombría. Víctor lo observó.

-Si no lo hubieras mencionado, ya lo habría olvidado. ¿Alguien te preguntó acaso algo sobre él?

-No es nada.

Apenas terminó de hablar cuando Celia regresó del exterior. Al entrar a la sala, se detuvo un momento, su mirada pasó por César antes de asentir y saludar a Víctor:

-Padre.

César mantuvo la vista baja sin decir palabra.

-Ya llegaste. -Víctor dejó de jugar ajedrez, levantó la cabeza y le pidió a Jaime-: Pregunta en recepción si todavía hay mesas disponibles en el restaurante. Si hay, reserva una.

Jaime asintió y salió.

Celia estaba a punto de ir a su habitación cuando Víctor la detuvo:

-Esta noche César y yo iremos a cenar al restaurante, ven con nosotros.

Como era una invitación que venía de él, ella no podía rechazar, así que asintió y luego regresó a su habitación. César siguió su figura con la mirada, cada vez más silencioso.

Esa noche, Celia y los Herrera padre e hijo fueron al restaurante a cenar. Por casualidad, se encontraron con Rodolfo y la señora Juárez en el pasillo.

-Señor Herrera, es raro que visite Rivale sin avisar con anticipación.

Capitulo 391

Al ver que Rodolfo iniciaba la conversación cortés, Víctor también fue modesto:

-El señor Juárez es un hombre super ocupado, ¿cómo me atrevería yo a molestarlo?

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-Sí que me está halagando. -Rodolfo agitó las manos-. Me jubilo en dos años, ahora tengo tiempo libre, así que no hay molestia alguna.

Después, miró a César:

-¿Yusted? ¿Ahora está bien de salud?

César entrecerró los ojos.

-Mi salud está perfecta.

-Pero escuché que estaba gravemente enfermo y recuperándose en el extranjero.

Antes de que César pudiera responder, Víctor explicó calmadamente:

-Solo fue un accidente, estuvo herido y necesitó tiempo de recuperación.

Rodolfo pareció comprenderlo.

-Ya veo.

Mientras los tres conversaban, la señora Juárez se acercó sonriente a Celia, quien tomó la iniciativa:

-Lamento mucho no haber podido asistir a su fiesta de cumpleaños.

-No hay nada que lamentar, el próximo año habrá otra oportunidad. La señora Juárez tomó su mano y la observó con atención-. Me enteré de todo lo de los Rojas. Le mencioné algo a mi esposo en su momento, pero nunca imaginé que en verdad fueras la hija de Nieve.

Celia se quedó atónita, recordando de repente lo que Rodolfo le había dicho antes sobre que se parecía más a la señora Rojas que Celiana. ¿Entonces todo tenía sus razones?

Al escuchar esto, Celia la miró:

-¿Su relación con mi madre era acaso tan buena?

-Conozco a tu madre desde hace mucho tiempo, somos como mejores amigas. —La señora Juárez suspiró suavemente. Pero desde que ella perdió la lucidez y cada una formó su familia, casi no tuvimos contacto. La verdad es que me gustaría mucho volver a ver a tu madre, aunque probablemente ella ya no me recuerde.

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