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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 478

—¡Celia! ¡Despierta! ¡Despierta!

Celia pareció escuchar una voz y abrió los ojos de golpe. Las voces que resonaban en sus oídos se desvanecieron gradualmente. Al volver en sí, se dio cuenta de que estaba en una habitación de hospital. Esos olores familiares la calmaron rápidamente. Se incorporó despacio, tocándose la frente vendada, y estaba a punto de bajarse de la cama cuando Ben apareció en la puerta.

—¡Celi!

Él se acercó de inmediato y la sostuvo.

—No te bajes. ¡Estás herida!

—¿Ben? —Celia lo miró—. ¿Fuiste tú quien me rescató?

—¿Es por la herida en tu cabeza? ¡Claro que fui yo! ¿O quién más crees que fue? —dijo Ben y luego puso expresión seria—. ¡Jugaste con fuego! ¿¡Cómo te atreviste a buscar a Mario Quiroga sola!?

Celia bajó la mirada. Pero la figura entre las luces anoche no se parecía a Ben... Y esas voces que creyó oír...

—Lo siento, Ben.

Sabía que no podía defenderse. Después de todo, ella había sobreestimado sus capacidades.

—Menos mal que ahora estás bien. Si no... papá y mamá me culparían por eso —suspiró él.

—Esto no volverá a pasar. Te lo juro.

—¡Más te vale! —Ben se sentó en la silla junto a la cama—. Esta es la última vez. En el futuro, ¡papá y yo no te dejaremos hacer lo que quieras como siempre!

Dicho esto, llamó a Jacob, quien entró con su sonrisa habitual.

—Jefe, señorita.

—A partir de ahora, él te acompañará —ordenó Ben.

Jacob parpadeó sorprendido y confundido.

—¿Qué? Pero, jefe, ¿no va a consultármelo?

Ben lo miró.

—¿Acaso no lo estoy haciendo ahora?

—¡Esto no es consultar! ¡Me regala como si fuera un objeto! —refunfuñó Jacob, resentido.

—Yo seguiré siendo quien pague tu salario y beneficios. Tu trabajo es proteger a mi hermana.

Jacob cambió completamente su actitud, respondiendo con una sonrisa:

—¡Entendido!

Celia no pudo evitar reír y se dirigió a Ben:

Las palabras de Nuno la dejaron aturdida por un momento antes de recordar lo ocurrido. Los traficantes habían llevado a un niño a comprar medicina, pero ese niño fue golpeado hasta quedar moribundo y al final murió porque no pudo recibir su medicina a tiempo. Todo porque, aprovechando un descuido de los traficantes, el niño se escondió e hizo una llamada a la policía. Pero el dueño de la tienda, sin saberlo, lo interrumpió y reveló su intención.

En ese entonces, Nuno tenía poco más de treinta años. Cuando recibió esa llamada, como el niño no se había expresado con claridad, él pasó por alto cierta información. Como resultado, no pudo distinguir que el niño estaba en peligro. Cuando el caso salió a la luz y él vio a los niños víctimas, esa llamada se convirtió en una pesadilla de la que no pudo escapar durante años.

En medio de la atmósfera pesada, justo cuando Celia iba a decir algo para consolarlo, Nuno recibió una llamada. Después de escuchar lo que le decían, se puso de pie bruscamente mientras respondía:

—Entendido. Voy para allá ahora mismo.

Al irse, le dijo a Celia:

—Señorita Sánchez, no se preocupe. Deje el resto en nuestras manos.

Celia se incorporó para verlo salir. Después de que Nuno se fuera, llamó a Jacob.

—¿De verdad fueron ustedes quienes me trajeron al hospital anoche?

Jacob no esperó su pregunta y se ajustó las gafas, sintiéndose un poco incómodo.

—Sí, ¿por qué?

—Vale. Nada.

Celia apretó los labios y se quedó pensativa. A lo mejor era solo una ilusión causada por la herida en su cabeza…

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