Capítulo 451
Tras dispersarse los curiosos, Dylan, sin quedarse más, dio una palmadita en el hombro a Nicolás y luego también se fue. En ese silencio, Celia volvió en sí poco a poco. Nunca imaginó que Nicolás terminaría el escándalo de esa manera, incluso a costa de su propia reputación. Después de todo, admitir públicamente sentir algo por una mujer casada acarrearía condena moral.
-Doctor Gómez, no tenía que hacer tanto para ayudarme…
Nicolás se volteó hacia ella y su expresión tensa se suavizó un poco.
-El problema comenzó por mí, así que era mi deber resolverlo. No tienes por qué sentirte culpable.
Sin esperar su respuesta, pasó junto a ella y se fue. Celia siguió su figura con la mirada, sintiendo una mezcla de sentimientos en su interior. 1
Mientras tanto, Nicole le informó a César todo lo sucedido en la clínica. César detuvo la mano con la que hojeaba una revista. Pero, al enterarse de que Celia había dicho que, incluso divorciada, ella y Nicolás solo serían amigos, la tensión en su cara se suavizó bastante. Cerró la revista.
-Ya que está relacionado con alguien cercano a la señora Gómez, entonces este asunto se lo dejaremos a ella.
-¿Dejárselo a Adela? Pero eso le dará una oportunidad a Nicolás Gómez, ¿no crees? -preguntó Nicole, sin entender su intención.
La relación de Nicolás con su madre seguía estancada, sin progreso alguno. ¿César no debería aprovechar para ayudar y ganarse un favor de Adela?
La expresión de César era seria.
-No.
¿No? ¿Se refería a que Nicolás no tendría ninguna oportunidad? ¿O a que él no se la daría? Nicole no logró profundizar en el significado de esa palabra.
***
Adela no tardó mucho en enterarse del asunto. Su cara palideció por completo.
-¿Sía y Daniel se han vuelto locos?
El mayordomo, que estaba a su lado, le sirvió el té y puso una expresión de impotencia.
-Daniel es un verdadero idiota. Cree que no nos dimos cuenta de sus pequeños robos en privado. No sabe que usted ya quería despedirlo desde hace tiempo, solo que, en consideración a su diligencia todos estos años, había estado esperando un motivo razonable. Además, cuando el joven señor le pidió que lo entregara, usted lo protegió por ese mismo lazo. ¡Pero este tipo no sabe apreciarlo!
Adela se masajeó impaciente el entrecejo, luciendo agotada.
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-De haber sabido que era así, no debí tratarlo con amabilidad. Y en cuanto a Sía, al principio, valoraba su talento y quería formarla para que en el futuro pudiera ser una asistente competente para Nicolás dentro de la empresa. Pero nunca imaginé…
Se había equivocado al juzgarla, ¡y había acabado dando cobijo a una loba!
-¿Y qué piensa hacer con Sía y la pareja? -preguntó el mayordomo.
Adela lo meditó por unos minutos y dejó la taza de té con fuerza sobre la mesa.
-Es hora de darles una lección.
Esa noche, un grupo de personas irrumpió en la casa de Daniel. La pareja estaba cenando cuando, de repente, les volcaron la mesa. La mujer embarazada, aterrada, palideció y retrocedió asustada tambaleándose. Al instante, Daniel fue agarrado por la camisa por un hombre quien lo estrelló contra la pared.
-¡Maldito! ¿Cuándo me pagarás los treinta mil que me debes?
Daniel se apresuró a prometer:
-Manolo… ¡te los daré en unos días! ¡Seguramente!
-¡Deja de mentirme, maldito sea! -Manolo acercó el cuchillo a la mejilla de Daniel-. Me dijiste que eras guardia de seguridad y que solo ganabas trescientos al mes, ¿no? ¡Acabo de enterarme de que eras el chofer de los Gómez, que ganabas al menos dos mil por mes!
Daniel se quedó pasmado. Cuando era el chofer de Adela, con un salario de dos mil dólares, su vida iba sobre ruedas. Pero como tenía más dinero, sus gastos también aumentaron. No le quedó más remedio que empezar a apostar en línea.
Al principio solo quería probar suerte, pensando que, si ganaba unos cientos, se retiraría. Pero nunca imaginó que las apuestas en línea eran una trampa sin fondo. De unos cientos, ganó mil, luego cinco mil, incluso más de diez mil… y ahora ya no se conformaba con las pequeñas sumas.
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