Pero por razones desconocidas, Mirasol, Águila y Andrés terminaron aliándose. Recientemente, Águila estaba en proceso de divorcio de su esposo extranjero y había regresado a la familia Rojas con sus hijos. Formando un frente común con Mirasol, e incluso habían puesto sus miras en la empresa de Enzo y en la familia Vargas.
Ahora la familia Vargas ya no era tan poderosa como antes, Enzo tenía que ocuparse tanto de su propia empresa como de los Vargas. Sumado a que la actitud de Miguel y Flora aún no estaba clara, ahora él estaba entre la espada y la pared.
Celia no imaginaba que los problemas de la familia Rojas era aún más grandes de lo que pensaba. Cualquiera que lo oyera se sentiría abrumado. Al ver su expresión, Ben la consoló.
—Tranquila, yo me encargaré de solucionarlo.
Enzo, al oírlo hablar con tanta ligereza, refunfuñó.
—Tus tíos y tías no son personas fáciles de tratar. Me enteré de que tu tía Águila incluso te consiguió un matrimonio arreglado. Tu abuelo ya le dio el permiso. ¿Qué harás entonces?
Celia miró a Ben, quien arrugó ligeramente el entrecejo.
—Mi matrimonio no es asunto suyo.
***
Como Enzo se quedó en Rivale, Ben permaneció con ellos dos días antes de regresar a Ficus. Era la primera vez que Celia pasaba tiempo a solas con Enzo. Por suerte, él le contó muchas anécdotas de la infancia de Ben, así como historias de cuando él y Nieve eran jóvenes, lo que ayudó a estrechar un poco su relación.
Aunque el invierno en Rivale no era tan frío como en la capital, este año también nevó, pero no mucho. La nieve se derretía antes de acumularse. Durante este tiempo, Celia visitaba repetidamente la comisaría por el paradero de Luna y Ana, pero aún no había resultados.
Este día, al salir de la comisaría, Celia vio a lo lejos a Nuno hablando con un hombre en el estacionamiento. El hombre le daba la espalda. Después de decirle algo a Nuno, entró en un auto.
En ese mismo instante, un perfil apuesto y definido, que le resultó increíblemente familiar, irrumpió en su vista. Celia apresuró el paso y corrió hacia él, pero el auto se alejó sin demoras. Cuando Nuno se volvió y la vio, se sorprendió.
—¿Señorita Sánchez?
—No tienes por qué disculparte. Sé que lo del señor Herrera ha sido difícil de aceptar para ti, pero... tarde o temprano tendrás que enfrentarlo.
Después de consolarla, Nuno volvió al interior del edificio.
Celia se quedó inmóvil un momento, masajeándose la cabeza. Incluso empezó a dudar de sí misma. ¿Acaso se había golpeado tan gravemente la cabeza que ya no podía distinguir entre sueño y realidad?
Después de que Celia se fue, la ventanilla de un auto estacionado cerca bajó lentamente. El auto de Celia pasó justo al lado. Dentro, César tosía violentamente con la cara pálida. En ese momento, recibió una llamada de Yael.
—¡Maldito seas! ¿¡Mis palabras te entran por un oído y te salen por el otro!? ¿Por qué aún no has regresado al hospital? ¿Es que quieres morir?
—Volveré después de Navidad. —La voz de César sonó roca.
—¡Maldita sea! ¡Creo que ya estás harto de vivir! —exclamó Yael furioso.

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